Podría morir ahora.
Podría morir, y no echaría nada en falta.
El sol volviendo dorado el cielo y los campos a esta hora de la tarde... cuando sopla la brisa arranca polvo de oro de las flores que están a nuestro lado.
El rio susurra suave sus secretos un poco más allá de nuestros pies, mientras arriba las golondrinas chirrian locas de placer disfrutando la luz aterciopelada que precede al crepúsculo.
Todo eso nos rodea, pero yo no lo veo, solo lo presiento tras mis ojos cerrados.
Recostado en ti, mi cabeza sobre tu espalda, concentro mis sentidos en tu cuerpo:
...el sabor que persiste de tus labios en mis labios...tu aroma suave y cálido, que llevo junto a mi cuando te has marchado...el calor de tu piel, que llega a mi mejilla a través de tu camisa...el latido de tu pecho, que es mi latido...
...y tras mis párpados, la loca visión ardiente de un infierno enamorado.
De pronto te vuelves.
Sonries ( y parece que el dia empieza otra vez sin haber terminado ).
Colocas una mano en mi pecho y susurras:
"¿En qué estas pensando?"
Con las llamas del abismo aún ardiendo en el borde de mi campo de visión, solo puedo devolverte la sonrisa y luego, apoyando mi mano en tu nuca, atraer tu boca sobre la mía.
El mundo se vuelve luz. El amor es luz.
Un universo entero se crea y se destruye cuando se encuentran las puntas de nuestras lenguas.
En un momento estas sentado a horcajadas sobre mi, desabrochando botones y revolviéndome el pelo, muerto de la risa. Si... El amor es risa.
...hasta que, en un momento dado, eres consciente de lo que va a ocurrir una vez más entre nosotros, te muerdes los labios, tu mirada se llena de esa indefinible niebla que llega con tu deseo, exhalas una bocanada de aire, te inclinas de nuevo...
El amor es pasión.
De pronto el fuego se apodera de todo y el campo arde a la luz púrpura del ocaso...